- Orlando Gomez
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Las instituciones de todo tipo, públicas y privadas, son entes cargados de montones de políticas y procesos internos que definen la forma y el objetivo con el cual operan. El cumplimiento estricto de esas políticas y procedimientos es la sangre institucional que les mantiene con vida, y el seguimiento de las mismas permea a todos los seres humanos que forman parte de ese núcleo institucional. Lamentablemente, muchas veces el cumplimiento quasi-dogmático de esos procesos hace que las instituciones pierdan de vista las pequeñas cosas, aquellas que no parecen ser relevantes pero que hacen toda la diferencia en la interacción que esas entidades tienen con sus clientes o personas con interés, y que les terminan definiendo frente al público.
Siempre me gusta contar la historia de cuando la Junta Central Electoral (JCE) me exigió aportar el acta de nacimiento mía y de mi esposa antes de poder casarnos. Por supuesto, la Junta Central Electoral tiene en sus sistemas todos los datos que contiene mi acta de nacimiento puesto que ellos mismos expiden la susodicha acta, pero eso no impidió que igual tuviera que solicitarle a la JCE mi acta de nacimiento para luego entregar esa acta a la JCE. Es una cosa pequeña, pero definitivamente definió mi parecer sobre la entidad.
Al igual que esta, el dominicano vive rodeado de pequeñas cosas que hacen el existir en nuestro país un ejercicio algo frustrante. La Dirección General de Impuestos Internos (DGII) pide a los ciudadanos que les aporten certificaciones del Impuesto de la Propiedad Inmobiliaria (IPI) para agotar procesos con ellos, no importa que la información esté en sus sistemas ya que, después de todo, la DGII es quien emite las certificaciones del IPI, la DGII necesita que el ciudadano le solicite a la DGII obtener una certificación para luego depositarla en la DGII.
Una pequeña cosa similar encontramos en la Jurisdicción Inmobiliaria (JI) y los Registros de Títulos que exigen a los ciudadanos una certificación actualizada de las cargas y gravámenes sobre los propiedades inmobiliarias sujetas a trámites con ellos. Por supuesto, la Jurisdicción Inmobiliaria es quien expide la certificación de cargas y gravámenes, y absolutamente necesita que el ciudadano le solicite al JI una certificación para que luego la deposite ante la JI.
La burocracia de la República Dominicana hace su vida en esas pequeñas cosas, y la Procuraduría General de la República te puede pedir una carta de no antecedentes penales para agotar procedimientos con ellos, el Ministerio de Relaciones Exteriores una apostilla, el Ministerio de Educación la certificación de un título, y un largo etcétera de pequeñas cosas que se suman hasta construir un cuadro general bastante irritante.
Debemos aspirar a un país donde el Estado no le pida documentos al ciudadano que el mismo Estado genera con informaciones que el Estado ya conoce. Sé que ese es el norte, y que tenemos personas trabajando con ello. Pero mientras esperamos por llegar hasta allí podemos empezar por las pequeñas cosas, aquellas que se pueden arreglar con una firma en un despacho y que pueden cambiar radicalmente la experiencia del ciudadano en sus interacciones con el Estado. Atendiendo esas pequeñas cosas todos, incluyendo muy especialmente al mismo Estado, estaremos en las puertas de enormes beneficios.