top of page
  • Writer: Orlando Gomez
    Orlando Gomez
  • Dec 6, 2023
  • 5 min read


ree

El pasado 7 de Octubre el mundo fue testigo del peor ataque terrorista desde el 11 de septiembre, cuando militantes de Hamas, Jihad Islámico, la Brigada de Mártires de Al-Aqsa entre otros grupos terroristas, penetraron pueblos como Sderot, Be’eri y Ofakim en Israel y mataron alrededor de 1,200 personas, secuestraron más de 200 y dejaron más de 5,000 heridos. 


Al día siguiente de ese acto barbárico iniciaron las manifestaciones aclamando un “cese al fuego” (negando el derecho de Israel a defenderse), acusando a Israel de cometer genocidio y vociferando “desde el río hasta el mar, Palestina será libre”, siendo esto último un claro llamado a la eliminación del Estado de Israel y el genocidio de los judíos. Y si bien reconozco que no me sorprenden tanto ese tipo de manifestaciones dado a lo cargado que siempre ha sido el tema entre Israel y Palestina, sí quedé muy consternado por la cobertura de la prensa no solo a esas manifestaciones sino al conflicto actual en Gaza de manera general. 


La primera víctima de la guerra es la verdad, y los periodistas son los primeros en saber eso. Esa consideración ha sido más que evidente en la cuidadosa cobertura de la prensa en conflictos como la invasión rusa a Ucrania, los choques entre Armenia y Azerbaiyán en Nagorno-Karabahk, la invasión de Afganistán de 2001 y la guerra de Irak en 2003. Ese cuidado y rigurosidad, sin embargo, parecen ser lanzados por la borda desde que el conflicto ocurre en Israel.


En gran medida la prensa internacional ha venido dando cobertura al conflicto en Gaza sin proveer adecuado contexto. Israel no ha estado dentro de Gaza en ninguna capacidad desde el 2005 cuando estos abandonaron de manera unilateral el territorio para facilitar la implementación del acuerdo de paz apoyado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y las Naciones Unidas, que finalmente no se pudo implementar por incumplimientos tanto de Israel como Palestina. Desde el año 2007, Gaza ha estado bajo el control administrativo, militar, social y político de la organización terrorista Hamás, por lo que toda información “oficial” desde Gaza viene de un grupo terrorista, lo que rara vez es aclarado en la cobertura de la prensa.


Para Israel poder ejercer su derecho de defensa, este siempre va a estar en una posición particularmente difícil. Los combates urbanos son muy peligrosos, confusos y propensos a producir una alta cantidad de bajas civiles aún cumpliendo con todas las normas internacionales que rigen las guerras. Esto se agrava cuando se combate con un grupo terrorista que no siente ninguna obligación de adherirse a esas reglas y utilizan a su población e infraestructura civil como un activo militar más dentro de su arsenal.


Está bastante documentado el uso de ropa civil por parte de los militantes de Hamás para mezclarse con la población al momento de ejecutar sus ataques, por igual el entrenamiento y uso de niños soldados y de mujeres vestidas de civiles para inmolarse. Esto se suma al uso habitual de escuelas, hospitales y otras infraestructuras habitualmente protegidas bajo las normas de la guerra para desde allí ejecutar sus ataques u organizar sus actividades. A esto ahora le han agregado el secuestrar civiles israelíes para también usarles de escudo y como material de extorsión. 


Encima de todo eso, ahora Israel también tiene que navegar un ambiente mediático listo desde el primer momento para criticarle y poner toda responsabilidad por esta guerra y lo que derive de ella a sus pies, sin ninguna pretención de ser cautelosos o actuar de buena fe en la forma en como reporta esta guerra.    


Quizás lo más llamativo del conflicto en Gaza y el ataque terrorista del 7 de octubre en Israel ha sido la cobertura que hasta el momento le ha dado la prensa. El contraste es aún más marcado ya que esta ocurre después, y de forma simultánea, con la invasión rusa a Ucrania, lo que necesariamente debe llamar la atención por el abordaje desigual a ambos conflictos y genera preguntas de porque ese es el caso.


La cobertura de la invasión rusa a Ucrania ha sido marcada por el cuidado en la forma de reporte los eventos en la guerra, las bajas militares para ambos bandos y el impacto que está teniendo ese conflicto sobre las vidas de los civiles. Se nota un sano escepticismo respecto de las informaciones que ofrece Rusia sobre la guerra ya que estos se han destacado por no ser narradores confiables y usar las mentiras no solo como una herramienta de guerra sino como un pilar fundamental de su sociedad y sus líderes políticos. Y por igual, es palpable el cuidado en reportar avances en el frente de lado y lado por entenderse que en una guerra es difícil discernir de forma inmediata ese tipo de progreso, lo que habitualmente les pone en la posición de reportar cambios en el frente con hasta más de 48 horas de retraso desde el momento que estos ocurrieron. 


Esto es directamente lo opuesto a lo que viene ocurriendo con el conflicto en Gaza. La prensa se ha venido haciendo eco, sin ningún tipo de reserva o advertencia a sus consumidores, de las informaciones que reporta el grupo terrorista Hamás y sus representantes en los diversos estamentos donde estos operan, incluyendo el Ministerio de Salud de Gaza. Reportan las cifras, indistintamente de lo descabelladas que puedan lucir, sin hacer comprobaciones directas y ni siquiera admitiendo un tiempo razonable para verificarlas o permitir a un ente neutral que lo haga. Al igual que Rusia, no hay ninguna razón de darle credibilidad al grupo terrorista Hamás y las informaciones que estos comparten ya que mentir o exagerar es parte de sus herramientas de guerra y tienen un alto incentivo para hacerlo.


Un fácil contraste para medir la actitud de la prensa en el conflicto de Gaza es la forma en que fue reportado el “bombardeo” del hospital árabe al-Ahli en Gaza comparado con la forma en que se reportó el ataque en el café de Hroza en Ucrania. Estos eventos ocurrieron a una diferencia de 12 días entre uno y otro, y sin embargo, el nivel de atención, cuidado y seguimiento fue notoriamente distinto. Mientras en Ucrania primero se procuró confirmar el ataque, reportar los fallecidos con las cifras oficiales, las cuales fueron variando con el tiempo en la medida que se confirmaban los fallecidos luego de despejar los escombros, y luego verificar directamente los acontecimientos para dar esas informaciones como confirmadas, en Gaza se reportó como un hecho el bombardeo del hospital, la cifra de muertos y la responsabilidad de Israel. La forma de reportar los eventos del hospital al-Ahli provocaron una revuelta global en contra de Israel, no obstante, 1 mes después, haberse demostrado que el hospital no fue bombardeado sino el parqueo, no haberse podido confirmar los fallecidos (si alguno), y haber claros indicios de que resultó de un intento fallido de lanzamiento de misil de Hamás. 


No digo con nada de esto que no hay posiblemente miles de civiles afectados por las operaciones de Israel en Gaza, de hecho es altamente probable que la cifra es bastante alta dada la naturaleza del conflicto. Tampoco entiendo que Israel es libre de reproches, de hecho sus acciones en Cisjordania me resultan repudiables y deben ser condenadas. Lo que sí me preocupa es la falta de cuidado y ecuanimidad de la prensa cuando de repente un conflicto involucra a Israel o, como sospecho, a los judíos. Ese no es el estándar profesional que uno espera de los periodistas y deben hacer una profunda introspección.  


Comments


© 2023 by Orlando Gómez. Blog Proudly created with Wix.com

Esto dizque sirve para hacer un newsletter... No pongas nada, que no me gusta hacer spam.

Thanks for submitting!

bottom of page